ABUELA EN LA BANDEJA

Ya han pasado dos meses desde que regresé del 35º MARATHON DES SABLES, el trofeo Master F4 reemplazando al liofilizado volatilizado en mi mochila. Este podio no es fruto del azar ni un fin en sí mismo. Representa una etapa monumental en la vida deportiva, pero no solo. ¡Lo maduré durante años hasta que me inscribí en marzo de 2019 para no perderme mi 70 cumpleaños!

La paradoja ? No es "a pesar" de mis 70, sino "gracias" a este estatus de septuagenario que he vivido esta semana con confianza, por un perfecto conocimiento de mis fortalezas y debilidades.

La receta de mi abuela: mezclar mis puntos fuertes en mi plan de entrenamiento. Deja a un lado la atrofia muscular galopante a pesar de las horas de burpees con mi maravilloso entrenador. Agrega una gran dosis de humor y humildad. Y con determinación, integre en el desorden:

Danza practicada desde los 4 años, que forja el gusto por el esfuerzo, la regularidad, la exigencia y el respeto por el cuerpo.

Discreción en torno a mi proyecto, necesaria para mi introspección, incluido el mantenimiento de una vida social muy activa a pesar del entrenamiento.

Ejecutando inteligencia mientras hago malabares entre CP y CP, entre permanecer en mi zona de confort para nunca estar en números rojos y vigilar las barreras del tiempo.

Solidaridad con mi amiga Valérie que nunca me ha dejado, yo mismo a menudo marcando el ritmo en modo robot, siendo ella mis ojos y mi guía frente a las marcas que vi mal y cuidándonos unos a otros, en nuestra buena forma.

Aceptación descarada de los caprichos de los problemas gástricos con la exigencia de una dieta suficiente a pesar del disgusto, para no perder demasiados nutrientes.

La forma de urgencia por hacer realidad un sueño antes de que ya no sea alcanzable de cara a los plazos del tiempo que pasa.

El buen conocimiento del desierto que he recorrido durante casi 50 años. Gracias a los kilómetros recorridos con los tuareg, he domesticado el calor y gestiono felizmente las molestias de un vivac.

La anticipación de mis acciones en cada CP y la buena organización de mi bolso para no perder el tiempo, que mi lentitud como caminante no me permite.

La complicidad bajo la carpa 43, montada antes del evento, que me apoyó calurosamente. ¡Gracias a todos: Valérie A., Valérie L., Lucie, Fabienne, Sophie, Marcel y Guy llamado “Maître Guy”!

Regularidad en la gestión del agua ante el riesgo de deshidratación. Mantuve mi pipeta flexible pegada en la boca como una infusión oral y absorbí mis pastillas al ritmo de un metrónomo.

Aceptación del ridículo, frente al único momento que me metió en líos porque me sorprendió. Lástima que ningún fotógrafo haya inmortalizado mi ascenso por la lengua de arena de Jebel EL-OTFAL, ni su segundo ascenso después de que tuve que volver a bajar para recuperar uno de mis palos caídos en el esfuerzo. Los simpáticos voluntarios que me esperaban en lo alto de la cuerda deben recordar a la "abuela en las montañas". ¡Me río de eso de nuevo!

La capacidad de no dejarme sacudir, en ese momento, por el horror de los desertores durante el calvario, que no comprendí hasta el final.

Otra paradoja es la moralidad de la historia.

El de sentirse diminuto como un grano de arena en la inmensidad del desierto, pero invencible a cada paso que conduce al final, gracias a una preparación eficaz. Creo que he marcado todas las casillas para una buena preparación física y mental, como un buen alumno que no ignora posibles asignaturas en el examen.

Esta confianza que nunca me abandonó me permitió apreciar cada momento, cada aliento del fantástico personal y cada palabra de amabilidad de algunos participantes. Una mención especial por la recepción de lo último a largo plazo, del que nunca había oído hablar. ¡Esta ignorancia me ha permitido llevármelo al corazón para siempre!

Llegar a París sin ampollas ni heridas es la recompensa por mi modestia frente a mis habilidades.

Esta experiencia vertiginosa no es el final. ¡Ella me consuela en cómo continuaré alimentando mi lista de deseos y tal vez inspirando a otros soñadores!